martes, 17 de enero de 2012

El Buzios de los 60´s.

Hace unos 40 años, Buzios era un simpático y tranquilo pueblo de pescadores. Sólo unos pocos conocedores de la belleza natural del lugar, visitaban sus playas y disfrutaban de la combinación perfecta de naturaleza, paz y hospitalidad. Brigitte Bardot e invasión de argentinos mediante, Buzios se transformó en uno de los destinos más requeridos del Brasil.

Quizá lo más parecido al Buzios de los ’60 es un lugar que está apenas a 40 kilómetros de allí y a unos 150 kilómetros de Río de Janeiro: Arraial do Cabo.

Este lugar reúne los más bellos paisajes: dunas, restingas (terrenos arenosos y salinos al borde del mar, con vegetación característica), mata atlántica, lagunas y playas casi vírgenes, propicias para tomar baños de mar, para pescar o para disfrutar de los deportes náuticos.

En las inmediaciones del lugar se produce un fenómeno sólo repetido en Australia y en California denominado ressourgencia : se encuentran dos corrientes marinas, una cálida (la de Brasil) y otra fría (la de Malvinas), y producen un microclima especial que asegura más de 250 días sin lluvias y una temperatura media de 25 grados todo el año.

Por este mismo fenómeno, Arraial es un paraíso de la pesca, con infinita variedad de peces que son diversión para los aficionados y sustento para los pescadores locales. Si el visitante se atreve, es común participar de la actividad de recogida de redes. En la playa Prainha, durante la noche, toda la familia del pescador y voluntariosos turistas ayudan a recoger las redes con la cosecha del día. Se los ve hacer fuerza y gemir a coro, con el ritmo que marcaban sus antepasados también pescadores. De lo que trae la red, es posible aprovisionarse por unos pocos reales y elaborar una fantástica cena.

Arraial no es un reducto hippie, es un pueblo con 29.000 habitantes quienes, en su mayoría, se dedican a actividades relacionadas con el mar. En contraposición con Buzios, no existe gran estructura turística, pero abundan los restaurantes, los bares y las iglesias. No hay locutorios. La opción de alojamiento más difundida es el alquiler de casas o departamentos en la temporada.

Junto con Noronha y Abrolhos en Bahía, el municipio es un destino elegido por los buceadores y llamada capital nacional del mergulho. Las aguas transparentes, calmas y ricas en vida marina, tienen sus principales puntos de buceo en la Isla dos Porcos, en Ponta Leste, en Saco do Cherne, en Gruta Azul y en Thetis, un navío inglés que naufragó en 1830. Arraial do Cabo no es un buen destino para el que busca una vida nocturna agitada e intensa. Ni el ruido ni la movida son lo corriente. Quizá ese sea su mayor atractivo.




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Playas únicas. Sin duda, las playas son las protagonistas del lugar. Son realmente bellísimas: arena blanca y fina; largas y amplias; casi vírgenes, y sin nada que envidiarle a las del Caribe. Lo que a primera vista impacta son sus aguas cristalinas y de todas las tonalidades entre el azul, el verde y el turquesa. De acuerdo a la corriente que predomine, pueden ser cálidas como las tropicales o frías como las del litoral marino argentino.


En general, las que dan al Atlántico son mas agitadas y frías. Las que no dan al océano, son mansas piletas. Ni bien se ingresa al pueblo, aparece La Prainha (no confundir con As Prainhas). Es una playa muy concurrida especialmente por la gente de la zona. Esto puede ser una desventaja, pero a favor cuenta con comodidades que no abundan en las otras. Es la que más se asemeja a una pileta y garantiza aguas templadas. Algunos días esporádicos pueden aparecer algas, pero sin duda es una de las mejores opciones.


As Prainhas son las playas que están frente a la Isla do Farol. Se encuentran dentro del continente, en la península y tienen una duna muy alta con arenas blanquísimas. En temporada, suele anclarse allí un bar flotante que provee de bebidas y exquisitos mariscos. Al final de la playa está la "Caverna del Amor". Circula la creencia que una vez que las parejas ingresan en ella, nunca dejan de estar enamorados. Es una playa bellísima, a la que se accede con una larga caminata o mediante un corto viaje en los barcos que salen desde el puerto.


En la Playa Dos Anjos está el puerto. Si bien tiene playa, no es el lugar más indicado para bañarse. Desde allí parte un muy aconsejable paseo en barco, que recorre las playas más alejadas y la isla do Farol, mientras se disfruta a bordo de buenas caipirinhas. En el extremo sur de la playa se encuentra el Instituto Oceanográfico de la Marina y el morro Pontal do Atalaia. Del lado opuesto, el Porto do Forno y la marina de los pescadores. Esta playa fue donde desembarcó Américo Vespucio en 1503.


Apenas cruzando un morro, está la Praia Do Forno la que sí tiene aguas cristalinas de color turquesa, rodeada de morros y de una belleza singular. Según National Geographic, es una de las 10 más bellas de Brasil. Su mayor inconveniente radica en que cuando sube la marea es muy estrecha y la infraestructura es escasa.

También está la Praia del Sudoeste, rodeada de salinas y la laguna de Araruama, donde se puede ir a buscar soledad, aguas bien calientes y la posibilidad de un picnic de lujo.

La Praia do Pontal está retirada del pueblo y es una playa de aguas tranquilas, donde hay actividad de pesca con red, algunas barcas de pesca artesanal y algunas canoas.


La Praia Grande es quizá la de mayor movida juvenil. En temporada, es permanente el circular de buggies con tablas de surf y se arman escenarios para multitudinarios recitales de música. Es una playa de más de 40 kilómetros, muy abierta y sin vegetación. Allí las aguas son en general muy frías, debido al fenómeno de resurgencia, el afloramiento a la superficie de aguas profundas (de más de 350 metros) donde la luz solar no llega.

Esas aguas que emergen, traen gran cantidad de nutrientes mayores que las aguas de le superficie, que alimentarán a animales microscópicos que a su vez alimentan a peces pequeños y así sucesivamente, para reproducir la cadena alimentaria. Esto provoca una diversidad de fauna marina única. En esta playa se ven las puestas de sol más increíbles, cuando la bola de fuego se sumerge en el mar.


La Praia do Farol, es un reserva natural y paraíso ecológico al cual sólo se puede llegar en barco y con una permanencia máxima de dos horas. Se la consideró la playa más perfecta de Brasil.

Finalmente Praia Brava, que está localizada en el extremo de la península, quizá el punto más oriental de Brasil, es una playa totalmente desierta y muy buena para la práctica del surf. Generalmente con aguas muy frías con alto oleaje, sus arenas sólo aparecen con marea baja.

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